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La película también enfatiza repetidamente cuán crítico es que las mujeres entiendan y se hagan cargo de sus finanzas personales. Una pareja/cónyuge no es un plan financiero, y las mujeres nunca deben abdicar del control financiero de su propia vida.
A continuación, se encuentran mis conclusiones claves sobre las estrategias para convertirse en una mujer ahorradora con conocimientos financieros.
1. Comprender los obstáculos financieros
Las mujeres viven más que los hombres y tienen más probabilidades de entrar y salir de la fuerza laboral y en promedio, ganan menos. Quédate con una frase que lo resume todo: “cuidados familiares”.
Dicho de otra manera: el esquema tradicional de ahorro para la jubilación en las mujeres es este: menos años de cotización con menor salario. Este es un desafío formidable.
2. El problema de fondo: educación financiera
Varios estudios de casos mostraron mujeres que simplemente “pensaban que era suficiente ” con vivir vidas financieras mediocres, caracterizadas por una deuda alta, una confianza ciega en sus parejas, ahorros bajos y absoluta falta de certeza sobre su futuro.
Quienes lograron mejorar su situación se hicieron cargo de esta realidad y se esmeraron por educarse y hacer un plan para cambiar su situación.
Una de las mujeres que entrevistamos nos dijo:“Ahora sé que todo comienza conmigo”.
3. Conviértete en un modelo financiero a seguir
Quizás tú conozcas algún caso. Muchas mujeres entrevistadas en este y otros documentales afirman que el primer paso para hacerse cargo de su crecimiento financiero consiste en hacerse cargo de sus deudas. Las situaciones límite nos empujan a hacer cambios radicales en nuestra forma de vivir y nuestras finanzas.
Y desde luego, el ejemplo arrastra: tus hijos, aunque tú no lo veas o lo creas, te están mirado y todo lo que hagas, para bien y para mal, se convierte en ejemplos vivos de lo que mamá hace en tales o cuáles situaciones. Es decir, tu experiencia y tus respuestas a los desafíos del día a día se convierten en su referencia, en su camino a seguir.
4. Ponle a tu deuda pesos y centavos
Es verdad que la terminología financiera asusta. Incluso la que se supone que es accesible como la de la letra pequeña de los anuncios de tarjetas de crédito o instrumentos financieros. Siempre puedes leer, investigar, preguntar, enterarte cómo funcionan las cosas; pero lo que realmente funciona es que traduzcas todos esos términos en pesos y centavos. ¿Cuánto tienes que pagar mensualmente? ¿Cuánto tendrías que pagar para quedarte con una deuda cómoda que no limite tu bienestar?
Piénsalo así: tanto si lo entiendes como si no, hay tarjetas de crédito en las cuáles por cada $100 que gastas tienes que pagar $30 en intereses. Cuando te sientas perdida en términos, tradúcelos en conceptos que puedas comprender.
5. Negocia las tasas de interés de tu deuda
Aunque te parezca que las condiciones de los bancos son inamovibles, no pierdes nada con intentar una negociación. Piensa en esta premisa: los bancos, sobre todo, lo que quieren es que les pagues. Poco, mucho, pero que les pagues. No eres un buen negocio para ellos si no les pagas. Pero tampoco si les pagas demasiado rápido. Hace tiempo, cuando contraté un crédito, un ejecutivo bancario me aconsejó que no liquidara mi deuda antes de seis meses porque eso afectaría mi historial crediticio. ¡Increíble! Cultiva una buena relación con tu ejecutivo bancario y, llegado el momento, estarás en condiciones de solicitar de él un esfuerzo adicional para ofrecerte mejores condiciones en todo, en tus créditos, tus inversiones, tus ahorros. Después de todo, piensa que él está ahí para ayudarte.
6. Construye un fondo personal de emergencia
Incluso si te toma meses o años, construye un fondo de ahorro en el cuál tengas de tres a seis meses de tus gastos domésticos esenciales.
Valóralo como un fondo que no se toca, en una cuenta especial. La falta de ahorros dificulta el pago de gastos inesperados, la pérdida de ingresos o cualquier otra situación relacionada con tu vida familiar o de pareja que requiera un músculo económico para salir adelante.
7. Conserva tu buen puntaje crediticio
Un mal puntaje de crédito puede costarte mucho dinero al año. Las dos mejores formas de mejorar un puntaje crediticio son pagar al menos el monto mínimo adeudado (preferiblemente el monto total) antes de la fecha de vencimiento y mantener los saldos bajos.
Algunos puntajes de crédito ahora tienen en cuenta los pagos de alquiler y servicios públicos a tiempo. Tienes que pensar que la tecnología ha hecho posible que toda la información esté a disposición de todos, en todo momento. Protégete manteniendo al día tus cuentas.
8. Ahorros = libertad y alternativas
Alguien llamó a los ahorros “la llave de la libertad”. Y tenía razón.
Las mujeres económicamente seguras “no tienen que permanecer en situaciones que no les convienen” (p. ej., malas relaciones o trabajos). Invertir es clave para hacer crecer tu dinero.
9. La vergüenza se puede superar
Hablar de dinero puede tener un sentimiento de vergüenza asociada (p. ej., gastos excesivos, deudas, abuso). Para una mujer, la vergüenza es un tema económico. Nunca dudes de tu valor como mujer y como ser humano. Todos cometemos errores y ninguno de nosotros puede actuar más allá de su conocimiento y su nivel de conciencia en un momento determinado. Todos estamos en este camino para equivocarnos y aprender. El éxito se mide en nuestra capacidad de aprender de nuestros errores. Y como dicen por ahí: sécate las lágrimas, acomódate la corona y sigue adelante.
Verás que tomar el control financiero de tu vida, por muy precaria que te parezca tu situación, le proporcionará un gran impulso a tu autoestima.
10. Siempre tus propias cuentas
Las mujeres casadas deben tener algo de dinero a su nombre y los cónyuges deben ser transparentes sobre las finanzas de cada uno (p. ej., ingresos, activos, gastos, deudas y puntajes de crédito).
Evita mezclar tus activos y deudas, y considera seriamente un acuerdo prenupcial.