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El mundo se ha vuelto muy complejo. A veces necesitamos un poco de perspectiva desde el exterior para tomar las decisiones correctas para nuestra salud emocional.
La salud emocional y el bienestar financiero son dos temas de los que no hablamos lo suficiente, y menos aún relacionándolos. Sin embargo, estan profundamente relacionados y deberíamos hablar de ellos regularmente, debido a que el deterioro de la salud emocional puede generar un impacto en el bienestar financiero y viceversa.
La salud emocional no es un requisito previo para el bienestar financiero o el éxito financiero: hay muchas personas muy ricas que viven con graves carencias emocionales. Pero los problemas con la salud emocional pueden crear obstáculos para el bienestar financiero.
Salud Emocional
La salud emocional es uno de los componentes de esa arena mucho más amplia que es la salud mental. La salud emocional es la capacidad de controlar o lidiar con nuestros pensamientos y sentimientos.
En algunos casos, hay diagnósticos específicos asociados con problemas de salud emocional. Estos incluyen el trastorno por déficit de atención, la adicción, la ansiedad y la depresión. En muchos casos no hay un diagnóstico específico, muchos nos enfrentamos a grandes desafíos cuando se trata de lidiar con pensamientos y problemas emocionales, sin necesariamente tener una condición diagnosticable.
El bienestar financiero requiere la capacidad de lidiar objetivamente con los problemas financieros en el presente y tomar decisiones que favorezcan las finanzas a largo plazo por encima de la gratificación inmediata.
Es posible que algunas personas no sepan que tienen problemas de salud emocional. No ser consciente de que se tiene un problema hace que no podamos tratarlo adecuadamente. En el contexto del bienestar financiero, hay tres áreas que se destacan como problemas potenciales.
Toma de decisiones
Desde mi punto de vista y mi experiencia como asesor para el bienestar financiero, las personas emocionalmente sanas son resistentes. Son capaces de ver los problemas con un alto grado de objetividad y tomar decisiones basadas en los hechos de la situación. Manejan su dinero con intención, que es la base para el bienestar financiero.
Aquellos que sufren problemas de salud emocional son menos propensos a actuar intencionalmente con su dinero; es más probable que reaccionen en función de sus pensamientos y sentimientos del momento. Y es menos probable que el resultado sea una decisión financiera sólida.
Seguridad y protección
La seguridad y la protección son importantes en la construcción de una base financiera sólida, pero pueden ser un problema cuando ambas se llevan a los extremos. Racionalmente nos conviene guardar un equilibrio, un término medio donde correr algún riesgo es apropiado, pero no demasiado. Ambos extremos, muy poco riesgo y demasiado riesgo, son los que traen las dificultades.
En mi experiencia, la dificultad para lidiar con problemas emocionales puede empujar a las personas a uno de esos dos extremos.
Algunas personas tienen un miedo irracional a perder su dinero o enfrentar una calamidad financiera de uno en un millón. Es posible que no estén dispuestos a asumir una cantidad razonable de riesgo para mejorar su situación financiera.
La mayoría de las personas necesitan algún grado de riesgo para que sus inversiones puedan superar, por ejemplo, una inflación a largo plazo y proteger el poder adquisitivo de su dinero. Una necesidad excesiva de seguridad y protección, impulsada por temores o preocupaciones poco realistas, pueden impedir una recuperación financiera sólida.
Del mismo modo, la falta de preocupación por el riesgo puede condenar el futuro financiero de una persona. Algunas personas no logran acceder al riesgo y, en cambio, realizan inversiones especulativas sin fundamento, lo que las conduce a pérdidas y a ver mermada su capacidad de acumular recursos significativos.
Apariencia y significado
Muchas personas están preocupadas por lo que otras personas piensan de ellos. Algunas personas toman decisiones financieras basadas en cómo piensan que se verán ante los demás, y esto puede ser perjudicial para su salud financiera.
Es interesante, pero piénsalo de este modo: te compras un automóvil de lujo pensando en que todo el mundo te va a admirar, pero en realidad no te admiran a ti sino a tu coche. Si no lo tuvieras, no te admirarían ¿cierto? Lo veo todos los días como asesor: esta manera de pensar no es congruente con el deseo de tener finanzas sanas. En absoluto.
La apariencia y el significado en este caso se refieren fundamentalmente a la misma cosa; usar nuestros recursos financieros para hacernos ver como algo que no somos, es decir, tratar de tener una apariencia de importancia ante personas que valoran eso, no quién eres en el interior.
Esta no es una acción emocionalmente saludable; se basa en la inseguridad, en la necesidad de parecer algo más de lo que creemos que somos. Y no funciona porque no hay un límite, siempre necesitaremos más. Comprar una casa que no puedes pagar no se llevará tu inseguridad; después necesitarás una tele más grande, un auto más grande, una alberca más grande y luego otra casa más grande para guardar todo esto.
El resultado final es estar endeudado o incluso enfrentarse a la bancarrota.
Pasos a seguir
Existen posibilidades para lidiar con cualquiera que sea tu problema de salud emocional y no hay nada de malo en aprovechar esta asistencia; buscar ayuda ha mejorado la vida de muchas personas y, sin duda, continuará aliviando a muchos más.
El problema es no tener conciencia de lo que somos, lo que sentimos o pensamos; o no ser capaces de manejarnos en comparación con la perspectiva general de la vida. La ayuda emocional está ahí a tu alcance por una razón.
Además de los profesionales que nos ayudan a superar nuestros problemas emocionales, también hay profesionales financieros capacitados para aconsejarnos en asuntos de dinero.
Sistematizar tus finanzas, tener ahorros para metas futuras y tener inversiones a nuestra medida puede aliviar bastante la presión. Los profesionales financieros generalmente nos ayudan a sistematizar las finanzas, y nos apoyan sobre cómo tomar decisiones apropiadas para nosotros.
Hacer una simple pausa puede hacer mucho. Es posible que las decisiones basadas en la emoción puedan no parecerte tan adecuadas dos o tres días después de tomarlas. Abrir un espacio de uno o dos días cuando necesitamos tomar una decisión puede mejorar sensiblemente la calidad de los resultados.
Muchas de esas cosas “de lujo” que en ocasiones sentimos que “tenemos que tener” es posible que nos parezcan menos importantes después de un par de días.
Esa es una de las razones por las que los vendedores de automóviles (y otros vendedores) a menudo no quieren que te tomes uno o dos días para pensarlo: es menos probable que tomes una decisión basada en la emoción, lo que también significa que es menos probable que gastes de más.
Una gran cantidad del marketing está orientado a que tomes decisiones en caliente. Saben que es posible que no gastes tu dinero si te tomas el tiempo para pensarlo bien.
La conclusión
Necesitamos hablar de la salud emocional y la salud mental sin estigmas ni prejuicios; al igual que de los problemas financieros. Nadie está buscando autosabotear sus buenos propósitos intencionalmente. Tanto el mundo financiero como el mundo emocional, se han vuelto muy complejos.
A veces necesitamos ver las cosas con un poco de perspectiva. Es mejor pedir ayuda y descubrir que tus problemas eran relativamente fáciles de resolver, que no pedirla y encontrarte ahogado en un remolino emocional del que no puedas salir bien librado.
Las personas emocionalmente sanas tienden a ser honestas, positivas, equilibradas, conectadas, esperanzadas y dispuestas a trabajar a partir de una intención clara; todas estas son características admirables. Estar emocionalmente sano no es un garante de la salud financiera, pero la falta de salud emocional es comúnmente un impedimento para ello.
Muchos de nosotros tomaríamos mejores decisiones financieras si simplemente nos tomáramos más tiempo para elegir. El dinero y las emociones están inextricablemente vinculados; no podemos separarlos y tenemos que tratarlos como un mismo paquete.
Las decisiones financieras importantes rara vez requieren una acción inmediata; tomaríamos decisiones mucho mejores si nos tomáramos el tiempo para pensar en los pros y los contras de tal o cual alternativa. Si lo hiciéramos, actuaríamos de una manera más saludable emocionalmente hablando y obtendríamos mejores resultados financieros. Eso, en los tiempos que corren, es el mejor de los mundos, y como poco ¡una doble victoria!