La economía global consiste en que todos estamos conectados y que ningún acontecimiento que ocurra en el mundo nos es ajeno o deja de impactarnos. Ucrania y Rusia están muy lejos de México. Pero, sin embargo, hay consecuencias dado que nuestras economías están íntimamente relacionadas a nivel global. Quédate para que conozcas cómo puede impactarte la guerra entre Rusia y Ucrania:

1. Cereales: trigo y maíz.

Ucrania es el granero de Europa. Acumula la mayor producción de trigo y maíz, entre otros cereales que suministran las necesidades de las naciones de la Unión Europea. México adquiere sus suministros en otros mercados, pero no es ajena a las variaciones en los precios mundiales. De tal manera que, si las dificultades que sufren los mercados europeos impactan la cotización mundial del trigo y el maíz, aunque no importamos estos granos de los mismos proveedores, los consumidores de nuestro mercado local se verán en la necesidad de absorber los incrementos del precio internacional.

Si bien en México no esperamos un escenario de escasez, es posible que estos incrementos impacten el precio al consumidor en productos muy sensibles como el precio del pan y las tortillas. Incluso si, tal como el gobierno mexicano ha expresado, se lleva a cabo una intervención gubernamental para controlar los precios. Es de esperar que las presiones inflacionarias mermarán el poder adquisitivo de todos los mexicanos como resultado de una crisis totalmente fuera de nuestro control.

Como hemos ya comentado, los productos que pueden verse afectados son: el pan, las tortillas y prácticamente toda la industria alimentaria que depende de ambos cereales.

2. Fertilizantes.

Los fertilizantes son una de las materias primas básicas para garantizar la producción agrícola. Ucrania y Rusia son productores líderes en fórmulas y preparados fertilizantes para la producción agrícola en Europa y en todo el mundo. El colapso de la producción de estos insumos afectará el precio de todos los productos del campo y se traducirá en mayores presiones inflacionarias en productos básicos de nuestra canasta de consumo.

3. Combustibles: gas y gasolinas.

Nuevamente, aunque México no participa del mercado europeo de gas, dependiente en casi un 60% del gas ruso, las presiones inflacionarias del conflicto harán que todos los combustibles, gas y gasolinas, sufran incrementos. 

El gobierno mexicano ha declarado y ha prometido que activará los mecanismos necesarios para que, al menos en el tiempo que dure la crisis bélica, la gasolina y el gas L.P., no sufran incrementos que desestabilicen la canasta básica. Una promesa loable, pero que realmente no está del todo en manos del gobierno cumplir. En una economía global, todo dependerá del devenir de la crisis bélica entre Ucrania y Rusia.

4. Componentes tecnológicos

Rusia y Ucrania son productores de componentes tecnológicos básicos. Los semiconductores, claves en la fabricación de teléfonos celulares y automóviles, se verán severamente afectados por el conflicto. Esto, acumulado con el efecto del COVID-19, provocará un encarecimiento de los mismos. Si bien no son los únicos productores mundiales, el efecto de la guerra provocará un incremento del precio de los mismos que inevitablemente va a generar una desestabilización de los mercados y un encarecimiento de los precios. Comprar un coche y un celular será más caro mientras más dure la guerra.

¿Qué podemos hacer?

En escenarios de incertidumbre lo que más beneficia a la economía en todos los niveles es la calma. Nos enfrentamos a un escenario inédito que, sobre todo, nos pide mesura y tranquilidad. Las condiciones económicas actuales son volátiles. Es importante mantenernos informados en fuentes confiables, escuchar los pronunciamientos oficiales y actuar en consecuencia con serenidad ante circunstancias que nunca hemos vivido.

Nuestro mundo es un mundo global, comunicado y relacionado en todos los niveles. Por mucho que nos parezca que Rusia y Ucrania están lejos, la realidad es que, como el efecto mariposa, lo que pasa tan lejos de nuestras fronteras, nos afecta.

Sin embargo, no estamos ante un escenario en el que no podemos influir. Nuestras economías tienen un peso específico que contribuye al equilibrio. Somos parte de la solución. Nuestra contribución tiene que ser la mesura, la inteligencia, la oportunidad y el apoyo a los valores que nos hacen fuertes: democracia, paz y trabajo.