La educación financiera para niños puede comenzar a una edad temprana y tomar formas que ni siquiera reconocemos hasta años después.

Cuando yo era niña, por ejemplo, me gustaban como a todos los disfraces, los dulces y descubrir lugares misteriosos. Recuerdo que había una época particular del año, cuando se acercaba el fin de cursos, en la que había muchos cumpleaños de primos, amigos y compañeros de la escuela. ¡Y en todos obtenía una enorme cantidad de dulces!

Me gustaba clasificar todos mis dulces por montones. De los que más me gustaban a los que menos y luego me comía una pieza de cada categoría. Terminado ese ritual, los almacenaba en recipientes separados.

Con este sistema lograba varias cosas: que me duraran más los que más me gustaban y que pudiera disfrutar de dulces durante una larga temporada sin tener que pedir dinero para comprarlos. Yo no lo sabía, pero este sencillo juego me estaba preparando para convertirme en la experta en presupuestos que soy ahora.

Cómo los juegos pueden ayudarte en la educación financiera de tus hijos.

Los juegos con dulces no fueron la única lección que tuve sobre cómo hacer un presupuesto. A estos siguieron los intercambios de dulces con mis hermanos y, eventualmente, me convertí también en distribuidora de dulces entre mis primos, mis amigos y los niños de mi clase en la escuela.

Hay tantas formas en que la vida diaria te enseña cómo manejar el dinero que es posible que ni siquiera te des cuenta en el momento en que, de hecho, estás aprendiendo.

Aquí tienes algunas lecciones importantes que aprendí de niña:

1. Autocontrol

Cuando era adolescente, seguían gustándome mucho los dulces pero ya me sentía demasiado grande para entrar en las piñatas. En cada ocasión, lo que hice fue esperar a que bajara la emoción de la piñata y buscaba dulces de esos que se quedan tirados sin dueño; los recogía e intercambiaba para conseguir los que realmente me gustaban. Esto me enseñó que si sé que realmente quiero algo, debo esperar la oportunidad ideal para conseguirlo. Aún lo hago ahora que soy adulta; no con dulces, pero si quiero algo de verdad, espero. A ahorrar lo suficiente o a esperar una oferta que me permita adquirirlo a mejor precio.

Hoy, sigo esperando las ofertas en lugar de comprar algo la primera vez que lo veo. E incluso si se siente impaciente, puedes investigar un poco y buscar activamente sitios de ofertas.

Esperar es una buena estrategia. Esperar a que vengan mejores condiciones para obtener lo que quieres. Esperar a comprobar que tu deseo o tu necesidad son genuinos. Esperar no es decir no. Es buscar la mejor alternativa para ti.

2. Administrar los recursos y el tiempo

Cuando era niña, aunque no tenía mucho poder de decisión acerca de a qué fiestas infantiles quería ir o a qué fiestas no, sí pude darme cuenta que no todas las fiestas eran iguales. No tardé mucho en identificar aquellas celebraciones en las que los niños podíamos obtener los mejores dulces. Y el mismo pensamiento estratégico que utilizaba entonces para determinar en qué fiestas valía la pena esforzarse por obtener la mayor cantidad de dulces en la piñata, lo utilizo ahora de mayor para establecer una estrategia de negocio que me permita obtener los mejores resultados con el menor esfuerzo.

Y contrariamente a lo que la mayoría de niños hacía (comerse todos los dulces la misma noche de la fiesta), siempre me pareció mejor idea dejar reposar mis impulsos para darle a ese tesoro azucarado un mejor uso. 

Sabía que era mejor tener una reserva a mi disposición para las próximas semanas que darme un atracón y terminar con dolor de estómago. Mi inteligencia con los dulces se convirtió en una forma de educación financiera para la edad adulta. Hoy me aseguro de no desperdiciar nada; un cliente, un reembolso, una ganancia inesperada. Eso me permite sacar ventaja de los guiños de la suerte y -con la ayuda de una férrea disciplina en mi presupuesto- lograr que mi dinero dure más.

3. Ética de trabajo

Conseguir los dulces no era fácil. Es verdad que todos los niños teníamos asegurada una bolsa en cada fiesta, más lo que podíamos conseguir en la piñata. Pero pronto pude ver otras oportunidades: bolsas de dulces olvidadas en la sala de juegos o en el baño, dulces olvidados por el suelo, algún niño que -por la razón que fuera- rechazaba su bolsa… Había muchas oportunidades por ahí. Pero esas oportunidades no eran para los que se quedaban sentados esperando. Había que ir ahí, y trabajar para conseguir mejores ganancias.

Por eso, la idea de que trabajar duro genera mayores recompensas fue una parte importante en mi educación financiera. Te invito a ver con tus hijos el video que Centsai preparó con buenas ideas sobre como motivar a tus hijos a emprender.

Ganar dulces y ganar dinero requiere esfuerzo. Y cuanto más trabajes, más ganarás.

4. Valor relativo

Mis dulces favoritos siempre fueron los Kisses de Hershey; pero a mis hermanos no les gustaban, por lo que para ellos no tenían ningún valor. Y esa fue mi ventaja. No solamente conseguí tener siempre un suministro abundante de estos deliciosos chocolates, sino que pude hacer buenos intercambios canjeando estos pequeños bocaditos envueltos en papel plateado y obtener buenas ganancias (¡en dulces!).

5. Altruísmo

Muy cerca del fin de curso, mi escuela recolectaba dulces para una organización benéfica local que distribuía nuestras donaciones a niños sin hogar. Crecer con esta tradición me llevó a valorar el significado de compartir a personas menos favorecidas una parte de mis ingresos (en dulces o en dinero) con los demás. El sentimiento de compartir lo que tenemos y saber que ese gesto (grande o pequeño) hace el bien, es una sensación muy hermosa que se quedó conmigo desde una edad temprana.

6. Impuestos

Es muy paradójico decirlo pero, cuando de muy pequeña comencé a ir a fiestas infantiles, me daban mucho miedo las piñatas. Primero me daba miedo y apuro que golpearan con un palo a muchos de mis personajes favoritos; me daba miedo el revuelo que se montaba para atrapar los dulces y la posibilidad de que el palo de madera o algún resto cayeran sobre mi cabeza. Mi mamá se dió cuenta de inmediato y durante algún tiempo me ayudó a juntar dulces. Yo me sentía tranquila de contar con ella, pero también sabía que tenía que corresponder a su ayuda ¡con uno o varios de los dulces que más le gustaban a mi mamá! Siempre se los di con gusto. Gracias a ella yo podía disfrutar de una buena temporada de golosinas.

Hoy, en lugar de pagarle a mi mamá un tributo en dulces, le pago impuestos al gobierno. Ese es otro componente importante de la educación financiera tanto para niños como para adultos: ¡Siempre hay que corresponder y contribuir!

7. Metas

Muy cerca del fin de mi infancia opté por hacer un plan de adquisición de dulces y lo puse por escrito: qué fiestas tenía que asistir, mis proyecciones de cuántos dulces podía obtener,  etc. Hoy, como adulta, tengo muy claro que ninguna aspiración puede prosperar sin un plan; y ese plan necesita construirse con base en metas claras.

Aprendí que si hay algo que realmente quieres lograr, ya sea un paquete de dulces o un auto nuevo, establecer metas y hacer planes es lo que te impulsará hacia adelante.

Alfabetización financiera para niños

Es importante que acompañes a tus hijos en sus juegos, sus proyectos y sus ideas. Antes de que lo imagines, algo tan sencillo como idear una estrategia para conseguir dulces puede convertirse en una lección financiera que les acompañe por el resto de su vida. Fui protagonista de una preciosa historia infantil y sé que las enseñanzas y la sabiduría que aprendí podré transmitirla a mis hijos y ellos a los suyos cuando llegue el momento. Después de todo, la educación financiera es importante en cualquier momento de la vida..