Cuando comencé mi carrera como artista hambrienta y actriz profesional , había muchas cosas que no me importaban: subarrendar mi habitación a personas que no conocía para ahorrar dinero en el alquiler; transportar mi vida en maletas por la ciudad, tomar dos trenes y un autobús para evitar pagar taxis; compartir transporte para viajar y ahorrar en viáticos cuando era por trabajo.

No me importaban muchas cosas porque al final del día, estaba viviendo mi sueño: ganarme la vida como actriz profesional

Me pagaron por viajar, cantar y bailar en escenarios de Asia, América del Sur y los EE. UU. Aunque no gané mucho (hubo una gira en particular en la que me dieron una gran suma de $1,000.00 por día para cubrir el costo de comida y estadías en hoteles), ciertamente es mejor que pagar de tu bolsillo por esas experiencias únicas en la vida.

Conocí la Gran Muralla China, volé en paracaídas sobre la playa de Río de Janeiro y recibí el aplauso de un público agradecido en el escenario del Madison Square Garden.

Pero fue difícil soportar en aras de la actuación la agonía de dejar mi trabajo en un crucero en medio del acoso continuo y tolerar el ambiente tóxico de un empleo precario en un restaurante de Nueva York. Aunque podía manejarme con compensaciones simples como el transporte público en lugar de los taxis, se hizo más difícil aceptar pagar el precio de mi bienestar y felicidad personal.

Dar prioridad a tu libertad financiera

En el inicio de mi carrera, nunca prioricé el salario o la seguridad financiera. Tuve la suerte de promediar alrededor de $400,000.00 al año, incluidos los ingresos adicionales de mis trabajos más precarios.

Pero a medida que mi nivel de bienestar bajaba en aras de poder dedicarme a lo que más me apasiona, más comencé a darme cuenta del enorme valor que proviene de la estabilidad financiera; ese fue el inicio de mi anhelo por encontrar mi libertad financiera.

Desafortunadamente, mis salarios como actriz (la friolera de $6,000.00 al mes) cuando tenía la suerte de estar trabajando, nunca podrían llevarme ahí.

En cada trabajo precario que tuve que realizar para completar el pago de mis facturas entendí que alcanzar mi tranquilidad financiera requería un plan y unas acciones mucho más resolutivas que todo el trabajo que hasta entonces había realizado.

Estabilidad financiera sin sacrificio

Ninguno de mis trabajos (niñera, camarera, asistente, telefonista) me pondría en la senda de la libertad financiera.  De modo que mi primer paso fue hacer un análisis detallado de cómo gastaba cada peso y cada centavo de mis ingresos. Monté una hoja de cálculo para hacerlo y al mismo tiempo,  leí toda la literatura de finanzas personales que pude conseguir y comencé a compartir con otros mis hallazgos sobre cómo alcanzar la libertad financiera.

No se trataba solo de los números, el dinero o la seguridad; se trataba de construir una vida en mis propios términos.

No estaba dispuesta a vivir una vida donde la falta de recursos me impidiera hacer cosas que fueran realmente importantes para mí.

Resultó que no era la única que deseaba esa libertad. En mis reflexiones en línea, me topé con una audiencia ansiosa, luchando con muchas de las mismas cosas con las que yo había luchado y queriendo muchas de las mismas cosas que yo.

Comenzar mi viaje de escribir y hablar sobre el dinero cambió mi camino de ser una de los muchos actrices hambrientos a convertirme en una profesional próspera con un espíritu empresarial.

Obtuve reconocimiento y pago por el trabajo que estaba creando, y finalmente comencé a forjar mi libertad financiera sin sacrificar mi amor por la creación o la narración de historias en el proceso.

Realización financiera: a mi manera

En lugar de elegir entre pasión o la seguridad financiera, encontré una manera de construir una carrera y una vida en la que pudiera disfrutar de ambas: la realización de la creación y la innegable tranquilidad que proviene de la libertad financiera. No solo eso, sino que todavía puedo actuar, aunque ahora ya no lo hago por el dinero que me pagan sino por lo mucho que lo disfruto.

Ahora tengo una suficiente diversidad de ingresos como para que una obra de teatro en la que me paguen $500.00 por función sea una fuente de gozo en lugar de una fuente de estrés. Ya no soy un actriz sin dinero. Ya no entro en las salas de audiciones con un letrero de “Necesito el dinero” dibujado en la frente.

Resulta que el dinero realmente importa, y elegir ser financieramente responsable y realizada no tiene por qué significar sacrificar la realización personal, artística o de cualquier otro tipo.

En todo caso, actualmente la seguridad financiera me empodera en la búsqueda continua de experiencias creativas nuevas que no comprometen mi seguridad financiera.