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Como consumidora consciente del medio ambiente, trato constantemente de encontrar formas de protegerlo. El cambio climático ya lo vivimos en carne propia y es responsabilidad de todos hacer nuestro esfuerzo individual para contribuir a frenarlo. Lo que no hagamos nosotros, ningún grupo, ningún gobierno lo hará.
Y es que las cifras sobre los niveles de emisiones de CO2 de los países desarrollados son alarmantes: por ejemplo, mientras que los estadounidenses representan solo el 5% de la población mundial, utilizan 11% del carbón que se produce y el 32% del gas natural. En total, el 17% de la energía, según el informe de la Administración de Información de Energía (EIA). Como nación, Estados Unidos, como casi todos los países industriales, consumen un volumen mucho mayor que el que les corresponde. Me tomo muy en serio mi responsabilidad con la protección del planeta; por eso quiero que mi propia huella de carbono sea lo más pequeña posible.
Sin embargo, en ese proceso he descubierto que comprar zapatos veganos y productos orgánicos también genera residuos que se acumulan rápidamente y ¡hacen que todo sea más caro! Entonces, ¿cómo puedo reconciliar mi conciencia ecológica con mi presupuesto tan ajustado? Afortunadamente, hay algunas maneras de cuidar el planeta con un presupuesto limitado.
1. Compra de segunda mano
La industria de la moda representa la friolera del 10% de las emisiones globales de carbono y el 20% de las aguas residuales globales cada año, según la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (UNECE).
Hace algún tiempo, empecé a comprar ropa y enseres en tiendas de segunda mano.
Podría decir que aproximadamente la mitad de mi guardarropa y muebles para el hogar son de segunda mano.
Si no quieres gastar dinero en absoluto, considera organizar un intercambio de ropa con tus amigos. Alternativamente, si tienes un amigo con un sentido de la moda similar y aproximadamente de tu mismo tamaño, puedes proponerle compartir prendas o comprar de su armario lo que ya no quiera.
2. Reutiliza
Reutilizar es una excelente manera de convertir algo viejo en algo nuevo. Para reciclar, simplemente necesitas ver la belleza potencial en algo viejo o dañado. Por ejemplo, compré una cómoda que sin duda había visto mejores días y la renové con una capa brillante de pintura; reemplacé algunas molduras con otros materiales rústicos y la completé con un perchero de madera con ganchos pintados de colores. Encontrarás muchas ideas en Instagram o en Pinterest y puedes visitar tiendas departamentales o de muebles artesanales para obtener ideas.
3. Cultiva tus propios productos orgánicos
Cultivar tus propios alimentos ayudará tanto a tu salud como a tu bolsillo. Si no tienes un patio o un pequeño jardín trasero, intenta al menos cultivar algunas hierbas orgánicas o tomates en una ventana o en una puerta que de al exterior como la del cuarto de lavado. ¡O en el techo! Cualquier espacio es bueno y hay mucha información para ayudarte a montarlo. Te sorprenderás de todo lo que se puede hacer en un espacio pequeño.
Si vives en una ciudad puedes buscar un jardín comunitario. México es un país donde esta tendencia crece cada vez más. Solo ten en cuenta que a menudo hay lista de espera para cultivar en estos jardines comunitarios; la paciencia es una virtud.
También puedes buscar mercados ambulantes donde se realicen intercambios de productos locales. Si no tienes un jardín, probablemente aún puedas disfrutar de la agricultura de cercanía intercambiando productos de temporada cultivados cerca de tu localidad o productos caseros. Durante los últimos años, he participado en un intercambio mensual de productos que me proporciona una gran cantidad de frutas, verduras y hierbas orgánicas.
Además, las cooperativas agrícolas son un gran recurso para tener acceso a verduras cultivadas localmente, lo que permite a los suscriptores recibir entregas de productos agrícolas mensual o quincenalmente. Puedes ponerte de acuerdo con familiares y amigos para obtener mejores precios en compras por volumen. Busca en internet; seguro encontrarás una cooperativa cerca de ti donde puedas comprar fruta y verdura de la mejor calidad.
Comprar localmente a menudo asegura que los alimentos serán orgánicos. Esto tiene dos ventajas: la primera que podrás reducir la huella de carbono asociada con el envío y el procesamiento de la comida. La segunda que podrás beneficiarte de todas las bondades de la comida orgánica. Salud para ti y para el planeta.
4. Compra productos de limpieza en cooperativas. ¡O fabrícalos tú mismo!
Usando la misma lógica de las compras de alimentos, es importante que sepas que existen muchas empresas cooperativas que están comenzando a vender sus productos de limpieza a granel. Este es un mercado que está creciendo considerablemente. En especial durante la pandemia, muchas de estas cooperativas innovaron haciendo entregas a domicilio de detergente para ropa, suavizantes, shampoo para el cabello, jabón para platos, gel para baño, gel antibacterial y desinfectantes, todo con calidad natural y ecológica.
Un plus fueron los descuentos que muchas de estas cooperativas aplicaron si el cliente traía su propio envase en lugar de, por el contrario, pagar un depósito adicional por el uso de los envases que proporcionaba la cooperativa.
Y para los que quieren comprometerse a fondo con el cuidado del planeta está la opción de que tú mismo fabriques tus propios detergentes y limpiadores.
Te contaré mi experiencia: durante mucho tiempo estuve experimentando con diferentes formas de hacer limpiadores domésticos que fueran simples, ecológicos y asequibles. YouTube es una mina de oro con cientos de videos que te enseñan cómo preparar todo tipo de productos de limpieza con bases de amoníaco, bicarbonato de sodio, vinagre blanco, hamamelis y/o algunos aceites esenciales.
Te dejo un tip: mezcla una taza de vinagre blanco y una taza de agua; agrega unas gotas de aceite de menta, de naranja o de eucalipto, ponlo en un atomizador y ¡listo! ya tienes un limpiador desinfectante en spray. Para destapar las tuberías, todo lo que necesitas es un poco de vinagre combinado con bicarbonato de sodio y agua tibia.
Y si estás buscando un ambientador económico, prueba con agua, hamamelis y los aceites esenciales que te gusten (a mí me gusta el eucalipto, la menta y la lavanda).
5. Inscríbete en un banco de tiempo
Un banco de tiempo es una forma increíblemente económica de compartir y conectar con tu comunidad. La mecánica es sencilla: te inscribes, haces una descripción de los servicios que puedes ofrecer (cortes de pelo a domicilio, clases de cocina, de guitarra, hacer las compras para personas mayores, reparaciones de plomería, asesoría legal…). Tus servicios se tasan en horas que puedes intercambiar con otra persona que necesite de ti o cuyos servicios requieras. Todos los servicios son voluntarios y por cada hora que brindes tu tiempo y conocimientos te ganas el derecho de solicitar un servicio cuando lo requieras.
Los bancos de tiempo funcionan bajo la premisa de que no necesitas dinero para vivir una buena vida.
Un aspecto clave del banco de tiempo es que, en lugar de salir y comprar algo, reparas lo que tienes, pides prestado lo que necesitas o acudes a alguien cercano que puede apoyarte en una situación. Y viceversa.
Al hacerlo, estás ahorrando dinero y reduciendo el desperdicio. Muchos bancos de tiempo tienen una economía compartida, lo que significa que en lugar de comprar algo que solo vas a usar una vez, puedes pedirlo prestado de un compañero banquero de tiempo.
Mi experiencia no podría ser más positiva: me han remendado la ropa, he disfrutado increíbles hogazas de pan fresco, he aprendido tai-chi y yo he podido compartir lo que se de jardinería, conocer gente increíble, ayudar a personas mayores y he participado en fiestas y reuniones muy divertidas. He hecho grandes amigos y, sobre todo, me siento conectada con mi comunidad.
Hay mil formas de proteger al planeta para las que no necesitas dinero sino un poco de información e ingenio.