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La idea de “usar menos” está en el centro del movimiento global a favor del medio ambiente. Tenemos instrucciones de reducir, reutilizar y reciclar, en ese orden particular.
Esto se aplica no solo al uso de bolsas de compras reutilizables y evitar los materiales baratos (especialmente el plástico) sino también a la reducción del desperdicio de alimentos.
En México, de acuerdo con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, diariamente se desperdician más de 13,000 toneladas de alimentos, lo que equivale a un porcentaje entre el 35% y el 40% de la producción total. La mayor concentración de desperdicio reside en las grandes metrópolis: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. En estas tres ciudades, el desperdicio por persona ¡se acerca a los 158 kilos de comida al año!
Por categoría de alimentos, los cálculos más generales estiman que 35% de las frutas y verduras producidas terminan en la basura y la cifra se eleva hasta el 40% en el caso de la carne de pollo y res. Escalofriante.
A escala global el desperdicio anual de alimentos alcanza los 1300 millones de toneladas, por lo que no se necesita tener muchos conocimientos para saber que esta cantidad de comida que nadie consume serviría de lejos para acabar con el problema del hambre y la malnutrición en el mundo.
En México, 24.6 millones de personas viven con inseguridad alimentaria, que la FAO la define como “…la disponibilidad limitada o incierta de alimentos nutricionalmente adecuados e inocuos; o la capacidad limitada e incierta de adquirir alimentos adecuados en formas socialmente aceptables”.
La gente que en México entra en el umbral de la inseguridad alimentaria no tiene muchas opciones: aunque todos los integrantes de una familia trabajen, esos ingresos no son suficientes para garantizar una ingesta mínima de calorías diarias. Muchas familias dependen de programas federales para cubrir sus necesidades básicas y con frecuencia tienen que recurrir a instancias como los bancos de alimentos o la iglesia para conseguir la comida que necesitan. Tienen que arreglárselas con una alimentación limitada y en muchos casos poco saludable.
Durante mucho tiempo, las empresas del ramo alimentario han tenido que lidiar con el problema de la merma de producto por caducidad. Producen en exceso de tal forma que los equipos de ventas no tienen suficiente tiempo para vender esos excedentes; y el desperdicio de toda esa riqueza ha tenido lugar. Ahora las cosas parecen comenzar a cambiar y los departamentos de Responsabilidad Social de los grandes consorcios alimentarios comienzan a buscar formas de canalizar los excedentes de producción para usos más nobles que el desperdicio.
Muchos se han aliado con instituciones y organizaciones civiles para combatir desde la misma trinchera la inseguridad alimentaria y la desnutrición.
Aplicaciones que reducen el desperdicio de alimentos
Varias empresas, en conjunto con startups tecnológicas, han adoptado un enfoque contemporáneo para abordar el problema del desperdicio de alimentos. Estas empresas sirven como puente entre las personas que buscan comida gratis (o con grandes descuentos) y las empresas y las personas que tienen comida para regalar.
Una de esas aplicaciones es Olio, fundada en 2015 y disponible para iPhone y Android. Olio permite a los usuarios tomar y publicar fotografías de sus alimentos no deseados. Luego los empareja con personas cercanas que necesitan esos alimentos.
Olio ofrece a sus usuarios un escenario en el que todos ganan; las personas que son conscientes del desperdicio de alimentos pueden estar seguras de que sus donativos se aprovecharán.
Los usuarios pueden reunirse directamente con la persona o usar un buzón de Olio disponible en ciudades seleccionadas para entregar los víveres. Es así de simple.
Las personas que usan Olio ni siquiera necesitan hacer contacto directo con los donantes para recibir sus alimentos. Y ciertamente no son los únicos que aprovechan la tecnología de los teléfonos inteligentes como un medio para reducir la inseguridad alimentaria en muchas ciudades del mundo.
Aplicaciones como Food For All y Flash Food conectan a los usuarios con restaurantes y tiendas de comestibles, respectivamente, y ofrecen a los propietarios de teléfonos inteligentes grandes descuentos en alimentos que, de otro modo, se tirarían.
Para tener acceso a estos bienes no es necesario acreditar ningún antecedente, ni llenar formularios para justificar su necesidad de solicitar comida. Estas aplicaciones tienen la gran ventaja de ofrecer un espacio eficaz a quienes quieren donar alimentos y le devuelven la dignidad a los colectivos que, por distintas situaciones, requieren utilizar estos servicios.
Del mismo modo, la organización sin fines de lucro de sostenibilidad alimentaria Rescuing Leftover Cuisine es una de las organizaciones pioneras en el mundo en la lucha contra el desperdicio y la inseguridad alimentaria. Utilizan una aplicación web que permite a los restaurantes y tiendas de comestibles notificar directamente a sus refugios asociados cuando cuentan con alimentos disponibles, y abren un vínculo eficaz entre los excedentes y los miles que los necesitan.
Mención aparte merece la organización World Central Kitchen, que agrupa a cientos de restaurantes y cocinas en todo el mundo que echan mano de excedentes, hornillas y buena voluntad para llevar a zonas de desastre o zonas de conflicto en todo el mundo el beneficio de ofrecer comidas calientes a los afectados por guerras y fenómenos naturales.
Cómo los restaurantes combaten el problema del desperdicio de alimentos
Para muchos restauradores es difícil establecer protocolos eficaces para mantener y canalizar los excedentes alimentarios. Su primer enfoque es la protección financiera de su negocio y les resulta muy complicado derivar recursos que ellos deben pagar para hacer llegar los sobrantes a los más necesitados.
“La industria de servicio de alimentos por lo general no participa en los programas de rescate de alimentos debido al alto costo de la logística y todos os gastos asociados”, dice la educadora de sistemas alimentarios Jennifer Kaplan, instructora del Culinary Institute of America. “Incluso cuando los servicios de recuperación son gratuitos, la logística de preparación para la recuperación de alimentos cuesta dinero en tiempo [costo de oportunidad] y mano de obra”.
Dicho esto, muchos restaurantes están tratando de tener un impacto en el mundo del desperdicio de alimentos.
Con ese fin, en México, algunas de estas empresas se están asociando con organizaciones civiles para regalar los alimentos e ingredientes que no han podido procesar. Sin embargo, se requiere un apoyo decidido para establecer un marco jurídico -a través de una ley- que le brinde garantías económicas y fiscales a quien dona, y protección jurídica a quien recibe.
Al crear redes entre organizaciones comunitarias y empresas, se ayudan unas a otras a reducir el desperdicio de alimentos en restaurantes, bares y cafeterías.
Es indispensable la participación del gobierno ofreciendo incentivos fiscales y beneficios impositivos a las empresas que apoyan el aprovechamiento de los alimentos.
El artículo Cuarto de la Constitución consagra el derecho a disfrutar de los beneficios de una buena alimentación para todos los mexicanos: “Toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad”. Sin embargo, no contamos aún con una ley y un reglamento que brinde un marco jurídico para garantizar los derechos y los apoyos para quien necesita alimentarse y quien puede proporcionar estos alimentos.
Lo que todos podemos hacer
Además de comprar solo lo que necesitamos, hay pasos que todos podemos dar en nuestra vida cotidiana para ayudar a reducir el desperdicio de alimentos.
Pasos como reutilizar frutas y verduras que normalmente tiraríamos, o simplemente comprar con más frecuencia para eliminar la probabilidad de desperdiciar, son excelentes formas de adquirir y utilizar únicamente lo que necesitamos.
Además, hacer donaciones particulares a bancos de alimentos y programas de rescate de alimentos (si tiene un exceso de alimentos ya preparados) puede garantizar que la comida ya comprada o cocinada no terminen en un basurero. En 2019, el Tec de Monterrey lanzó Greeat, la primera aplicación en México que busca conectar a donantes de alimentos y personas en situación de inseguridad alimentaria.
Si todos nosotros, empresas e individuos por igual, hacemos nuestra parte para reducir el desperdicio de alimentos, podemos ayudar a disminuir la carga de la inseguridad alimentaria y el hambre en México. ¡Un gran servicio a nuestro país y a nuestro planeta!